La victoria como la derrota siempre estarán de la mano. Pero si no fuera por esta última no tendría nuestro deporte esa mística y ese matiz único, que provoca en nosotros cada año asimilar la misma derrota, para después y teniendo la senda de la victoria en las manos, saber y tener aprecio por los campeones que hemos derrotado.
Por ello y gracias a ti, mi querida paloma mensajera, este año tendremos el gusto de distinguir aquellos hombres que han llevado una vida dedicada a cuidarte, entenderte y amarte.
Sabes que esto no es fácil, pero el simple gusto que nos permite reconocer tu fortaleza, inteligencia y audacia hace que se distingan a los aguerridos colombófilos, grandes campeones, pero sobre a los extraordinarios amigos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario